Ya sea cabeza de municipio o parroquia, rara es la localidad del Algarve que no cuente con uno o incluso varios mercados. Pero también hay centros comerciales y mercados de otro tipo: los híper, los súper y las tiendas. Aunque no son exactamente lo mismo. Afortunadamente para quien vive aquí, hay mucho donde elegir. En algunos de los mercados del Algarve apetece entrar a mirar, solo a mirar, porque sí.
Los dos edificios gemelos del Mercado de Olhão, por ejemplo, forman tal vez la estampa más conocida de la ciudad. Con sus grandes torreones cilíndricos y sus paredes de color ladrillo, rodeados de pequeñas casas blancas, es el punto de paso, parada y visita obligatoria de cualquier paseo por la Avenida 5 de Outubro, junto a Ria Formosa.
No menos impresionante es el Mercado de Loulé, tanto desde el punto de vista arquitectónico como por los miles de colores y olores que cautivan todos nuestros sentidos. Las recientes obras de rehabilitación se han visto compensadas con el Premio Turismo de Portugal, que distingue a las infraestructuras de interés público que ayudan a aumentar el número de visitantes.
En Silves, la arquitectura del mercado es diferente. La esfera armilar —un elemento típico del periodo del Estado Nuevo también conocido como «Portugués Suave»— y las torres municipales de inspiración medievalista sirven de marco a un espacio de tradición y productos de calidad, y a la propia relación entre compradores y vendedores.
¡Y todavía quedan los mercados de Faro, Quarteira, Vila Real de Santo António, Portimão y Tavira!
En el Algarve, los mercados tradicionales ofrecen al visitante mucho más que la mera exposición de sus productos. Aquí se elige por la calidad, por la frescura y, en muchas ocasiones, también por los mejores precios. Son los productos típicos, sin duda, pero también los consejos de quien sabe prepararlos. Son las hortalizas y frutas de temporada, los pescados y mariscos que todavía huelen a mar... Son puertas mágicas de entrada al mundo de los sabores del Algarve.