Influida por varias civilizaciones y diferentes grados de conocimientos y prácticas —desde los más tradicionales a los más vanguardistas—, la expresión de la dieta mediterránea en el Algarve es uno de los elementos más fascinantes y más vivos de la cultura de esta región. Se basa en productos naturales, frescos y mayoritariamente de origen local, el uso del aceite de oliva como grasa más utilizada, la constante presencia de pescado fresco —sobre todo, especies ricas en ácidos omega 3, como la sardina, la caballa y el atún—, el reducido porcentaje de carnes rojas, el papel de las frutas, legumbres y verduras y el consumo moderado de vinos con antioxidantes naturales. Todo en esta dieta forma parte de un estilo de vida sano y recomendable.
Aun no siendo una región extensa, el Algarve presenta una increíble variedad de propuestas gastronómicas. Entre el litoral, la sierra y el barrancal, así como entre el Barlovento y el Sotavento, las diferentes son innumerables, y enriquecen nuestro patrimonio común. La transmisión de generación en generación de los conocimientos y los procesos de elaboración, así como los rituales de convivencia y socialización, han permitido que, más que de meros alimentos, debamos hablar aquí de elementos de la identidad de las familias, de las comunidades y de todo el Algarve. La conciencia de esta riqueza —condición esencial para su conservación— es otro de los ingredientes que convive en plena armonía con el descubrimiento de lo mejor que el Algarve puede ofrecer al cuerpo y el espíritu.
Templado en el Atlántico, el Algarve es la puerta de entrada y salida del Mediterráneo. En una ensalada de pulpo o en unas papas de maíz, en una feijoada con navajas o en un jantar de garbanzos, en una estrela de higo o en un bolinho de algarroba se encuentra el placer de los sentidos y algo más. Es toda una manera de vivir la vida, una relación saludable entre generaciones, entre quien está, quien viene y quien se va, entre el propio Algarve y el mundo que lo rodea. Venga a disfrutarla.