Con unas magníficas vistas sobre el Atlántico y las formas de los acantilados, esculpidos por el mar y por el tiempo, Ponta da Piedade constituye un escenario idílico de rocas recortadas en constante contraste con el azul verdoso de las aguas.
Situada a dos kilómetros de Lagos, en la Costa d’Oiro, y repleta de grutas, bahías desconocidas y playas tranquilas, Ponta da Piedade es particularmente atrayente cuando se ve desde el mar.
Una larga y estrecha escalera conduce a una pequeña ensenada, donde barcos pintorescos esperan por los visitantes que pretenden explorar este paraíso natural. En estos viajes, los pescadores con experiencia que guían los barcos, contornean las gigantescas esculturas de piedra, al mismo tiempo que desvendan sus secretos y revelan sus nombres.
General De Gaulle, Chaminé, Catedral, Belas-Artes, Camelo, Museu, Submarino, Cozinha y Gruta dos Amores son algunos de los nombres de estas rocas disformes que los pescadores van perpetuando.
Enriqueciendo todo este escenario, están todas las aves que aquí tienen su hábitat. A poca distancia de la línea de costa existen diversos islotes en cuyas laderas es común ver nidos de halcones peregrinos, cuervos, grajillas, vencejos reales y vencejos pálidos, así como una colonia de garzas blancas y garcillas bueyeras.
Quien tenga la fuerza para subir 182 peldaños puede disfrutar, desde lo alto del faro, de las vistas al promontorio que recibe el nombre de Ponta da Piedade y que marca el límite entre la tierra y el mar.