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Sierras de Monchique, Espinhaço de Cão y Caldeirão

Variaciones paisajísticas en un Algarve de encantos diversos

Como un gigantesco anfiteatro, las sierras de Monchique, Espinhaço de Cão y Caldeirão se elevan en barrera protectora de las tierras bajas del litoral, abrigadas así de los vientos fríos del norte. La brisa del Atlántico contribuye, a su vez, a la existencia de una vegetación única.

Monchique es un jardín de sorprendentes escenarios cuya flora es singular en el panorama algarvío. Surge al noroeste de la región con riachuelos que se deslizan por las escarpas, cumbres donde crece el madroño, donde se yerguen los robles, pinos y castaños.

Es un rincón de clima suave y vegetación exuberante, pidiendo una estancia en las seculares termas y una subida al pico de Fóia, lugar más alto del Algarve y un mirador natural, desde donde se abarca desde el Alentejo al infinito horizonte marítimo.

Más hacia el este, la sierra de Espinhaço de Cão irrumpe en una cadena de cerros con cuestas repletas de madroños, imponentes eucaliptos y pequeños, pero fértiles, valles, donde asoman aldeas pintorescas.

A su vez, la sierra do Caldeirão, mayor cordillera algarvía, se extiende desde la Ribeira Odelouca hasta las mesetas agrestes del nordeste algarvío. Surge otro Algarve, entre montes ondulados y valles profundos, con el verde de los bosques conviviendo con los tonos dorados de los campos de trigo y cebada o los matos oscuros de jara y romero.

Lugares a visitar con calma, para saborear los colores, los sabores y los olores de un Algarve diverso.