La carretera a la playa serpentea a lo largo de un valle verdeante, acompañando a la rivera de Seixe y a campos agrícolas que van siendo sustituidos progresivamente por tierras anegadizas. En las laderas del valle los bosques de alcornoques dan lugar, más cerca de la playa, a matorrales litorales ricos en plantas aromáticas y melíferas que endulzan el aire. El caserío blanco, encajado entre las rocas, es esencialmente de veraneo. La playa es una gran lengua de arena entre el mar y el río que desemboca en el extremo norte del arenal, en donde se forman varias lagunas de aguas poco profundas, apetecibles para baños tranquilos. También se pueden alquilar barcas y pasear por la rivera, hábitat de animales como la nutria, la garza real o el colorido martín pescador. Las escarpas que ladean la playa son negras, de esquisto y con velos de cuarzo perla, muy estratificadas y hendidas, recordando a las construcciones de Lego.
Al sur de la Praia de Odeceixe, surge una pequeña ensenada, la Praia das Adegas, que es una playa oficial naturista. Cuando hay pleamar, es accesible a través de un camino peatonal que desciende por las rocas junto al mirador (un sendero escarpado seguido de escaleras de madera).